Si quiere usted ser desdichado, piense en sí mismo; en lo que desea, en lo que le gusta, en el respeto que las personas deben tenerle, en lo que la gente opina de usted. Entonces, para usted, nada será puro. Estropeará todo cuanto toque. Convertirá en pecado y en desgracia para su persona, todo lo que Dios le envíe. Será usted un ente tan lamentable, como elija ser.