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jueves, 30 de agosto de 2012

Alejandro Obregón en mi Galería Privada





 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 



CRÍTICA SOBRE LA OBRA PICTÓRICA DE ALEJANDRO OBREGÓN




Marta Traba
Crítica de arte y escritora colombiana
(Buenos Aires, 1930-Madrid-Barajas, 1983)
Tomada de Latin Art Museum. Fundación Ureña Rib.


Marta Traba: Después de veinte años de escribir sobre la obra de Alejandro Obregón, ya no sé más qué decir.  En la crítica periódica ejercida a lo largo de tanto tiempo, mi admiración por esa obra sufrió obligatorios altibajos y señaló —como meras correcciones de estilo— cuadros pésimos y períodos infortunados.  Ahora (cuando felizmente no escribo ese tipo de crítica sino que me muevo en cuadros más amplios y generales), ya no importan ni pesan para nada en mi juicio aquellas caídas lógicas y propias de todo gran artista.  Subsiste sólo el gran artista, el nombre mayor del arte colombiano contemporáneo.

Su hazaña aparece siempre más relevante: acometer en plena mitad del siglo XX, la fabulosa tarea pictórica de “narrar” la atmósfera física de un país a través de la oposición mar-cordillera, y de sus faunas y floras características.  En esta descripción pudo haber actuado como un mero realista, como un lamentable folklorista, como un provinciano exaltado: nunca cayó en esos fatales errores de visión. 
Su pintura descriptiva y cismática es un texto inédito, lleno de imaginación, fuerza y fantasía, armado vitalmente a fuerza de talento personal y confianza en sí mismo.  También es, por suerte, una pintura endogámica, desinteresada en absoluto por las alzas y las bajas del mercado externo cada vez más desorbitado y estúpido.  La ironía (o el triunfo), es que, hoy día en el mundo, vanguardias casi catalépticas buscan la salvación en la pintura, los pinceles, la tela y el color, y vuelve así a producirse un fenómeno que he señalado repetidas veces como virtud cardinal del arte colombiano: su actitud de retaguardia se convierte en vanguardia, sin proponérselo ni buscarlo.
 
Por suerte para Obregón, su pintura es progresivamente, en el panorama general de las artes nacionales, un monumento solitario: los “obregoncitos” aparecidos en la época ruidosa del estrellato, lo abandonaron muy pronto para tomar caminos más impactantes.  Obregón siguió adelante, solo, con sus toros y sus alcatraces y los mangles y los huesos de sus bestias y sus bestias enteras a cuestas: con su epicidad romántica invulnerable: con todo su aire desueto y al borde de lo cursi, aire de bandera y escudo: con su pasmosa terquedad por seguir siendo artista en medio del templo convertido en disneylandia.

Alguna vez escribieron en Colombia, con indisimulada ironía, que Obregón era dios y Marta Traba su profeta.  Sacando la frase de su dimensión extravagante, no sé si realmente lo fui o no, pero sé y lo afirmo a plena conciencia, que me hubiera gustado serlo.  Creo darle con esto el directo testimonio de mi admiración.



Tomada de El arte en Colombia



 Otras fuentes: Tragaluz Panamá

Alejandro Obregón wiki
Pintor colombiano
(Barcelona, 1920-Cartagena, 1992)